martes, 9 de enero de 2018

Esteban Oliva Fumero con su camello, en El Bucio. Vilaflor



Esteban Oliva Fumero con su camello, en El Bucio. Vilaflor


Esteban Oliva Fumero [1911-2000] nació en El Cubo, Vilaflor, hijo de Porfirio Oliva Fumero y de Magdalena Fumero Martín.
Esteban, además de colaborar en la labores en la agricultura familiar, a cuidar de los animales, como las dos o tres cabras que siempre había en la casa, en el aprovechamiento del monte, con la recogida de leñas, piñas o pinillo. Además se dedicó a hacer carbón, como así consta en denuncias de la Guardia Civil del Puesto de La Orotava, como en la de septiembre de 1934, cuando lo sorprenden con cuatro sacos de carbón en Las Cañadas del Teide; contaba con 23 años y residía en El Cubo. Otra denuncia por la obtención y transporte de carbón se le impuso en abril de 1936.
Residió en la Plaza y en El Cubo, hasta que se traslada durante unos diez años, en la década de 1960, a El Bucio. En 1960 consta inscrito en El Cubo, y según recuerda su hermano Ricardo, Siso el carpintero, Esteban y su familia ya se encontraban en El Bucio en 1961, en cuyo lugar ya constan inscritos en el Padrón Municipal de Vilaflor de 1965. Esteban Oliva Fumero, quien nace en 1911 y de profesión jornalero; casado con Manuela González Trujillo, nace en 1919 y sus labores. Y sus hijos: Manuel, Juan y Estebana Oliva González, entre los 23 y 12 años.
En El Bucio se hizo cargo de una medianería, sembrando papas, garbanzos, cereales, y al cuidado de la viña. En este lugar se tomó esta fotografía, que bien pudiera ser de los últimos años de su estancia en el lugar, a finales de la década de 1960, cuando consta que dispuso de un camello, tal como se anota en el Padrón de transito de animales por vía pública para el año de 1969, además de dos cabras. Con anterioridad se le registra como propietario de un asno, y en otras ocasiones de un mulo.
Su vida trascurrió ligada a la agricultura, con dedicación ocasional en labores en galerías, hasta que en 1971 se traslada a trabajar a Santa Cruz de Tenerife, como tantos otros chasneros que en esa década tuvieron que abandonar su tierra en busca de una mejoría laboral.