sábado, 12 de agosto de 2017

Agradecer a la Comisión de las FIESTAS PATRONALES. VILAFLOR DE CHASNA 2017, la invitación para la lectura del pregón de ayer, viernes 11 de agosto de 2017.


Agradecer a la Comisión de las FIESTAS PATRONALES. VILAFLOR DE CHASNA 2017, la invitación para la lectura del pregón de ayer, viernes 11 de agosto de 2017.

Me decanté por ahondar en algunos pormenores de la vida cotidiana, esos pequeños suspiros que van configurando el porqué y el cómo de las vivencias pasadas.
De cómo Vilaflor de Chasna se asomaba al siglo XX con poco más de 1.000 habitantes, con escasos comercios que provean a sus habitantes, con deficiente educación, y con un absoluto aislamiento, a pesar de los años que se venía solicitando la ejecución de vías de comunicación. Los viajeros que se adentraban por estas tierras tenían que hacerlo a pie o a lomos de animales por las cumbres de Las Cañadas o por barco a través de El Médano o Los Abrigos y alcanzar Vilaflor por veredas casi intransitables. Ya que no fue hasta 1928 cuando se termina la construcción de la carretera de Granadilla de Abona a Vilaflor, por esos momentos los habitantes ya superaban los 1.500, y habría que esperar a la década de 1940 para la apertura de la pista de La Orotava a Vilaflor.
Un pueblo que subsistía entre la agricultura y la ganadería, además de los aprovechamientos de la cumbre, del monte, que sustentó a buena parte de la población del Municipio de Vilaflor. Recursos imprescindibles para el transitar en la vida cotidiana de los vecinos de este rincón anclado a la memoria del Sur de Tenerife. Y que en años de sequía y malas cosechas había que recurrir, aún más, a la recogida de leñas, retamas verdes para alimentar el ganado, al pastoreo o al carboneo.
Y aún en ese aislamiento, el pueblo se aferró al turismo de salud. Las condiciones climáticas que ofrecía Vilaflor contribuyó al aumento de la colonia veraniega. Fueron dos las casas de huéspedes o pensiones que se establecieron en 1899. La de Benjamín Cano Pérez, que se encontraba inscrito en la Calle San Agustín, asimismo conocida por la Calle Convento, que también recibió la denominación del doctor Juan Rodríguez López, es decir la actual Avenida Hermano Pedro.
La segunda fonda fue abierta por José García Amador en la vivienda de Domingo Machado, hoy desaparecida, que se ubicaba al Norte de la Parroquia de San Pedro Apóstol. Y es José García Amador quien construye el primer hotel en el Sur de Tenerife, el Hotel San Roque, que se abriría en 1916.
Acompañé esta lectura del pregón con citas de algunas personas que con sus escritos dieron a conocer a Vilaflor, a ese olvidado Sur.
Como Manuel Rodríguez Escalona, cubano que llegó en busca de mejorar su salud y aquí se estableció definitivamente, contrayendo matrimonio con la vecina Antonia Camacho Delgado. A los pocos años de su estancia ya comentaba: sentirse aquí como en mi propia casa. Y aquí quería continuar el resto de sus días: seguir trepando por estos cerros, saltando por estos riscos escarpados, descender por estos barrancos profundos, caminar por estas callejuelas imposibles. Quiero seguir cruzando la vieja plaza y que cada día me despierten los tañidos alegres y vibrantes de estas campanas de un color ceniciento y herrumbroso.
El poeta Emeterio Gutiérrez Albelo, quien difundió elogios y parabienes sobre esta tierra, en aquellos momentos en los que impartía su magisterio en la escuela pública de Vilaflor, en aquellos momentos en que escribía de la delgadez de su aire y de sus aguas, su clima seco, saludable, que la ha convertido en un sanatorio. Su traje de fiesta de nevadas alburas, en el invierno; de oros, verdes y azules en el verano. En esos momentos en que escribió en Vilaflor su primer libro publicado, en 1930, Campanario de la Primavera.
También se aportaron apuntes de los festejos de estas décadas, de las que también se han hecho mención en este blog.
En estos años, de mediados de la década de 1920, se contaba con el Hotel de San Roque. Un molino de gofio y una fábrica de gaseosa poseía José Miranda; la barbería de Jerónimo Cano; la carpintería de Emeterio Martín; la zapatería de Rafael Fumero; y unas cuantas tiendas como las de Roberto Díaz, José García Marrero, también con panadería, Fulgencio Hernández, Virgilio Martín o la de Fernando Pérez. De este último, que disponía de tienda en la Calle Convento, se ha podido conocer el precio de algunos productos: Un almud de habas, 3 pesetas. Media barra de jabón, 0.90. Lonas, 2,75. Un pan, 0,30. Carburo, 0,40. 4 canutillos de hilo, 0,40. O Medio de vino, 0,40.
No podía dejar de hacer mención a Germán Fumero Alayón, el viejo vate chasnero, que ha sido una de las personas más ilustres que ha dado este Sur, y que en Vilaflor lo fue todo a través de su longevidad: alcalde; juez municipal; secretario. Asimismo ejerció de cartero rural, de sochantre, de maestro; además de escritor y gran animador de la vida cultural de su pueblo. Y que tan bien reflejó los bellos parajes que circundaban su cuna: por verdes pino cubierto/salpicado de retamas,/ jaguarzos, jaras, poleos,/ tagasastes, granadillos,/ arrayanes y romeros/ y silvestres campanillas/ que elevan su copa al cielo/ y que con perenne aroma,/ hacen de aquel grato suelo/ un Edén, un paraíso,/ lugar de ninfas y genios;/ donde crecen a millares/ el castaño y el almendro,/ y ostentan su dulce fruto/ gentil melocotonero,/ el arrogante peral/ y el corpulento ciruelo;/ y una primavera eterna/ siembra de flores el suelo.
Asimismo no se podía dejar pasar este momento para recordar algunos apuntes del cultivo de la parra, en este Homenaje al Vino Chasnero. Pedro Soler declaraba en un memorial, en 1531, que había poblado Chasna, y puesto muchos parrales y hecho un molino de moler pan y sacado aguas con mucho trabajo y hago un camino para carretas desde la hacienda hasta el mar. Y en esa década de 1530, es la viticultura la principal actividad agraria en las tierras de regadío de la hacienda de Chasna.
Y de esa mar llega este playero, asimismo chasnero, bordeando esos trozos del camino real que aún quedan, de la Playa de Los Cristianos, también antaño conocida por Playa del Vino, por ser el lugar por donde se embarcaban los vinos de las tierras altas.
Sobre el vino chasnero se podría apuntar algunas citas, como la del maestro del periodismo Víctor Zurita Soler, que en 1949 publicó el acompañamiento de unas vituallas con el blanco chasnero que pude agenciarme a mi paso por Vilaflor, conseguimos que renaciera nuestro atenuado optimismo y acometimos con mayores bríos el examen de los temas más intrincados y profundos.

Añadir a estas notas entresacadas del pregón, lecturas finales, como es el privilegio de poder contemplar la mar desde esta altura, sentir el calor del acogimiento con el que abraza Vilaflor, su paisaje, su gente, para lo que hay que trasladarse más allá de su espacio físico, porque ser chasnero representa un modo de vida, una manera de ser.