miércoles, 9 de noviembre de 2016

Construcción del embarcadero en Los Cristianos


 
Muelle en Los Cristianos. c. 1960 
El pequeño muelle-embarcadero de Los Cristianos, construido entre 1933 y 1934, era una necesidad que se venía demandando desde finales del siglo XIX. Este transito del siglo diecinueve al veinte transcurrió, en este Sur, con grandes penurias para los trabajadores de la zona que reclamaban la ejecución de obras públicas con las que mitigar el hambre. Su construcción de planteó en diversos momentos del comienzo del siglo XX, pero no fue hasta la década de los años treinta cuando se ejecutó. Amplias razones lo justificaba, sobre todo el tráfico marítimo que existía en esos años, como ejemplo se puede citar el año de 1931 donde consta que operaron en la bahía 286 vapores y 80 veleros.
El primer proyecto lo redactó el ingeniero José Luis de Orduña, fue devuelto, con fecha 27 de julio de 1929, a la Jefatura de Obras Públicas de Santa Cruz de Tenerife para una nueva redacción, llevada a cabo por el ingeniero José Ochoa y Benjumea. En esta se aportan diversas observaciones al primitivo proyecto, entre otras la posibilidad de modificar su trazado y el aumento del ancho para la mayor facilidad de la carga y descarga. Pero las verdaderas reformas a este proyecto, ejecutadas por el ingeniero Juan José Luque Argenti, se realizan una vez que están comenzadas las obras.

                     
Muelle de Los Cristianos. 1933


En la memoria del proyecto de 1928, el ingeniero José Luis de Orduña justifica la necesidad de este muelle: “Por el puerto de Los Cristianos se hace todo el tráfico correspondiente al término municipal de Arona, de mucha importancia agrícola y zona de un gran porvenir, por el incremento que los cultivos están tomando actualmente. Los principales de estos son el tomate, la patata y cebollino, ampliándose también al cultivo del plátano, aprovechando el aumento de los caudales de agua y el mayor rendimiento de estos productos.”
“Tiene establecido servicio de cabotaje entre Santa Cruz de Tenerife y Los Cristianos, varias Compañías de vapores, además de los veleros que lo visitan, encontrándose, casi diariamente, más de un buque haciendo operaciones, especialmente en la época de exportación de frutos.”
Las obras se iniciaron el 3 de abril de 1933, “con doce obreros, prometiendo el encargado de la obra ocupar mayor número de obreros en esta semana.” Se comenzaron a ejecutar por el denominado camino de servicios, situado al final de la carretera de Arona a su puerto, desarrollándose por el litoral en una longitud de 182,10 metros, dando tiempo a redactar el proyecto definitivo. La primera modificación fue el corregir la orientación con la cual se gana en profundidad y se preveía una futura ampliación. En la redacción de la memoria reformada se ilustra con claridad sus motivos. “La impresión que, tanto sobre el terreno como en los planos, produce la disposición de las obras es tan desastrosa que solamente en un error material, por añadidura grosero, podría verse la explicación de proyectar un muelle sin otra función que limitar a  muy reducido número de metros cuadrados las numerosas hectáreas que con un pequeño giro de la orientación prevista estarían perfectamente abrigadas en la bahía natural magnifica en que aquel ha sido ubicado, giro que, además, posibilitaría con ulteriores y no costosos ampliaciones aumentar adecuadamente la eficiencia de lo construido.
Reconocida, por tanto, la necesidad de corregir la orientación del muelle, hemos graduado su giro de modo que en la nueva disposición de la obra ésta, no sólo se desarrolle en profundidades siempre crecientes, sino que las sucesivas que vaya atravesando aumenten con la rapidez a que ha de ser proporcional la economía de lo que importan las futuras prolongaciones que, hasta que pueda presentar longitud de atraque con el suficiente calado para servir a los mayores barcos de cabotaje interinsulares -60 metros de eslora y 4,60 de puntal-, habrán de ser necesarias. El resultado ha sido el rumbo que aparece en el plano, con el que puede comprobarse que aumentando el ángulo de las alineaciones con su vértice en el arranque en 33,50 metros se encuentran ininterrumpidamente profundidades, cada vez mayores, que a los 91,99 metros del origen son de 2 y que 80 más adentro proporcionan una sonda de 5,50 metros.”
Otras de las variantes del proyecto fue el aumento de su longitud hasta 91,99 metros entre el arranque de la obra y la arista exterior del parapeto del muro de cierre, con diferencia de más de 20 sobre lo previsto en el proyecto vigente. En la memoria de liquidación se apunta que el muelle se compone de una alineación recta de 59 metros de longitud y una zona de enlace con el camino de servicio. Y que su aumento lo fue en 19 metros de longitud del muelle y se aumentó la altura del pretil del muro de defensa en un metro. El ancho fue de 13 metros, y el proyecto quedó aprobado el 30 de noviembre de 1933 con un presupuesto final de 378.813,97 ptas.
Tanto la zona de enlace con el camino de servicios y el muelle se remató con adoquines. Como curiosidad podemos apuntar que el metro cúbico de los sillares de basalto, tanto para la coronación, para las aristas o como para la escalera se pagaba a 140,68 ptas. Y que los 1.446,81 metros cuadrados de adoquines necesarios para la pavimentación del muelle, más los 1.668,75 del camino de servicio, tuvieron un costo de 23,58 ptas. el metro cuadrado. Los dos “norays de fundición de 250 kilos cada uno, a 1,00 peseta el kilo”. Y los dos faroles a igual precio pero con un peso de 300 kilos cada uno.
Las obras se reciben finalmente el 20 de febrero de 1936 y se aprueba su recepción definitiva el 7 de marzo de este mismo año. Ya antes de esta admisión, desde el mismo momento de su finalización ya se demandaba su ampliación. Se insiste por diversas personalidades del sur de Tenerife, a comienzos de 1941, en la necesidad de su incremento y mejora, que no se llegó a realizarse hasta comienzos de la década de los años setenta.
Su construcción fue el inicio del olvido de una larga lista de pequeños topónimos. La costa se ha ido transformando, de charcos y pequeños entrantes y salientes se pasó a playa y muelle, más tarde muelle y paseo, con la consiguiente desaparición de un amplísimo número de nombres que se desgranaban por toda la costa. El Charco del Cabezo, Charco de María Prima, situado en el frente de la casa de María García `María Prima`, contando en sus cercanías con un viejo atracadero, “allí estaba las piedras de un atracadero cogidas con cal. Charco de las Piedras”. Y sobre todo los dos varaderos, el “Varadero de acá, en la Playa de acá” y el “Varadero de allá, en la Playa de allá”.

Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Y Paisaje en las Bandas del Sur [Tenerife 1890-1960. Llanoazur ediciones


Muro de defensa. Segunda mitad década 1930