lunes, 14 de septiembre de 2015

Baifo mamando en la Rubia. Cañada Verde, Arona, 1991

 
Baifo mamando en la Rubia. Cañada Verde, Arona, 1991


“Los baifos suelen mamar un mes, y hasta tres en años secos, para que no mamaran de la cabra cuando esta estaba pastando, Salvador y su padre, preferían utilizar el pegón antes que el frenillo. El pegón consistía en un trozo de piel o de tela que se colocaba en el pezón de la ubre de la cabra y que se sujetaba con la savia cocida de la tabaiba dulce, y no permite que el baifo mame. Pero cuando hay cantidad de leche, un hombre ordeñando solo pa ir ordeñando y empegando, que hay que arrimar el tarro, coger la cabra y no soltarla, a pesar que las baifas hay que dejarlas que en otro corral.
Hay algunas cabras que no dejan mamar a baifas que no sean suyas, y otras que las cogen por si, destetas tú los de ella y siguen alagando a los demás. Algunas veces esto era una ventaja, sobre todo cuando se quería dejar ciertas cabras destinadas a producir leche para hacer el queso. Te pare una cabra, pare una cabra y una hembra y otra lo mismo, y si paren en el momento, pa no estar criando, tener dos cabras empleadas en criar, coges la baifa de una la lambusas con la baba de ella y cría dos hijas. Los limos como dicen del parto, lo envuelves en eso, se lo pasas aquella el baifo macho lo envuelves con la de esta, esta cría dos recentales y aquella cría dos baifas, matas los baifos y queda una cabra libre. La cosa que huela, por el olor sabe lo que es della, algunas no son tontas. Algunas se le meten un montón debajo y es lo mismo.

Documentación: BRITO, Marcos: Salvador González Alayón. Un cabrero para la leyenda. Llanoazur ediciones