jueves, 20 de febrero de 2014

Pinos de Vilaflor: utilidades y denominaciones

  Pino de la Dos Pernadas, 2009

Desde los primeros asentamientos después de la conquista de las islas, los pinos canarios fueron presa de talas masivas, en muchos casos de manera abusiva. La riqueza forestal de los montes de Vilaflor también resultó afectada por el aprovechamiento intensivo de sus árboles. Desde comienzos del siglo XVI se tiene constancia de sus utilidades en la construcción de las viviendas, en los aperos de labranza o en los útiles de la casa. Y sobre todo de la obtención de la brea o de la pez para calafatear los barcos, que necesitaba una gran cantidad de madera para extraerle la resina a través de hornos acondicionados a tal menester. Al que realizaba esta labor se le denominaba peguero, lo que suponemos dio lugar al topónimo Lomo de los Pegueros, al sur del Sombrero de Chasna, lugar donde se abrió la Galería Pegueros, y por extensión se conoce al Tanque Pegueros, situado en San Roque y donde llegaba el agua desde la galería.  
La explotación debió ser considerable, y fueron los vecinos los que fueron realizando repoblaciones, como así lo indica Pedro de Olive, en su Diccionario Estadístico-Administrativo de las Islas Canarias, editado en Barcelona en 1865, cuando apunta que los pinares se encuentran en buen estado porque ´los vecinos vienen repoblándolos de nuevo, con objeto de cubrir el destrozo causado en tiempos remotos`.
Otro beneficio de la madera consistía en su transformación en carbón, sobre todo se utilizaba de retama y de pino. Labor clandestina que se realizó por lo menos hasta los años cincuenta. El cabrero José Trujillo González, nacido en Vilaflor en 1927, y que tan bien conoce cada uno de los rincones de este municipio, de sus caminos y veredas, de sus lomos y sus barrancos, nos adentra en estos pormenores, nos enseña como obtenía su padre, Juan Trujillo Trujillo, el carbón de pino.
El Salguero. c. 1925
`En Vilaflor si hizo mi padre una fogera muy grande, pero de pino, rolos de pino, lo entongaba y eso estaba ardiendo allí ocho o diez días. Se tapaba con pinocho y tierra, y a esa foguera le hacían una pared alrededor pa poder aguantar el pinocho, porque era muy alta. Había fogeras que dieron hasta 60 sacos de carbón, de tres listas que decíamos, que llevaban, a proponer, de millo llevaba cien kilos, de carbón podía llevar cincuenta o sesenta kilos. Tumbando pinos y haciendo rolos, eso se llevaba mucho tiempo a base de hacha´. Este carbón lo comercializaba por los pueblos cercanos, `se llevaba a Arona, se llevaba a Los Cristianos que había unos hornos de cal, se llevaba a Adeje y sobre todo donde más se vendía era en la zona de San Miguel`.
Asimismo a través de los recuerdos de José Trujillo nos adentrándonos en cada uno de las historias que atesoran los pinos que poblaron y pueblan sus lomos, sus laderas, los nombres con los que la tradición ha conocido a estos majestuosos pinos.
  San Roque. c. 1925
Los dos que poseen mayor reconocimiento popular, son los que se les mencionan como ´Pinos Gordos`, los más conocidos, los más frecuentados en las visitas turísticas. Situados a la salida del pueblo de Vilaflor en dirección al Parque Nacional del Teide, son también conocidos por `Pino de las Dos Pernadas´, el ubicado a la izquierda; y a la derecha el ´Pino Gordo`, esa `Columna hercúlea` que diría Wilfredo Wilpret de la Torre, con sus más de sesenta metros de alto y ocho de circunferencia.
El significado, el porqué, de sus nombres muchas veces se pierden en la lejanía, como el  ´Pino de la Mierda´, enclavado en el Lomo Gordo. Otros se apropian del topónimo donde están enclavados, como el `Pino de la Huerta Grande´, lugar al norte de la Parroquia de San Pedro Apóstol, y al cual también se le conoce por el ´Pino de la Paz`, por nombrarse igualmente esta zona donde esta emplazado, al lado mismo del Horno de la Paz.
La devoción que en Vilaflor, y en toda la comarca del Sur de Tenerife, se profesa por el Santo Hermano Pedro ha hecho que también un árbol de esta especie se designe en su honor, en su recuerdo, como el `Pino del Descanso´. Aquí descansaba el Santo Hermano Pedro cuando subía con las cabras desde la costa de Granadilla de Abona hasta el Topo del Negro donde tenía una pequeña casa. Este pino también era conocido por el lugar donde está enclavado: `Pino de Los Llanitos´.
  Pino de Los Llanitos y José Trujillo, 2009
A veces no es por su porte erguido y altanero por lo que se le reconoce, sino por su pequeño tamaño, como el ´Pino Enano`, un viejo pino enclavado en una zona rocosa, en El Cuchillete, al Norte de El Salguero. Este último lugar se puede apreciar en una de las fotografías, tal como estaba, tal vez en los años veinte del siglo XX. Casa de piedra que se utilizó como alfarería, de donde salieron las vasijas en las que recoger la resina de los pinos que luego se transformaba en la Fábrica Resinera que funcionó en Los Cristianos alrededor de 1910. A finales de los años veinte y en la década de los años treinta se utilizó para guardar las cabras del cabrero Juan Trujillo Trujillo.
Otra de las imágenes que acompaña este artículo nos muestra los `Pinos de San Roque´, cuales custodios de la entrada del Hotel San Roque, cuyo propietario era José García Amador, y que se sitúan en la Montaña de su mismo nombre. Hotel que abrió sus puertas a mediados de la segunda década del siglo XX y que permaneció abierto al público algo más de dos décadas.
Vilaflor está rodeada de pinos, ´Pinus canariensis`, símbolo de nuestra tierra, de nuestra flora; en palabras de Emeterio Gutiérrez, `es un islote rodeado de pinos por todas partes´. Son su enseña, sobrios y resistentes, adaptándose a todo tipo de terreno, en el llano y en la pendiente, en los márgenes del barranco y en el barranco mismo. Su madera, dura y duradera, de la que tanto se obtenía la lumbre como la cumbrera; de la que salía la puerta o la ventana, la celosía o el balcón; los lagares o el arado, el trillo o los canalones para llevar el agua, por la que transita el abierto caudal por el que seguir el curso de otros tantos pinos.

Documentación: BRITO, Marcos: Foguera. Elaboración de carbón vegetal en Vilaflor. Llanoazur ediciones