jueves, 23 de enero de 2014

Doña Mari, la maestra que arraigó en Las Galletas

María Isabel González López
 
María Isabel González López, o doña Mari como se le nombra en Las Galletas, nació el 14 de enero de 1936, en Los Realejos. Su vocación hacía la educación le llevó a obtener el título de Maestra de Primera Enseñanza, fechado en Madrid el 31 de marzo de 1959. En 1961 obtiene su primera plaza por oposición en Buenavista del Norte, el curso siguiente ejerce su maestría en Cádiz y en septiembre de 1963 se hace cargo de la escuela de Las Galletas, cuyo lugar no conocía.
A este pueblo de pescadores llegó en agosto de 1963, para conocer como era el lugar en el que estaba previsto que pasase los siguientes dos años de su vida. El primero de septiembre tomó posesión oficial de la escuela y se trasladó a vivir a Las Galletas, con el tiempo suficiente de acondicionar su escuela y su hogar. “Era la casa escuela, la escuela y el recreo, era el edificio más grande que había cuando llegué, porque María Lala que estaba al lado sólo tenía la planta baja donde tenía el supermercado.” El recreo era un patio murado donde los chiquillos pasaban sus ratos de esparcimiento, y en los que habían dos baños. La escuela poseía el aula de clase y una pequeña habitación que funcionaba como biblioteca y almacén. La casa escuela contaba con tres habitaciones, salón, cocina, baño y patio interior.
A Las Galletas llegó con su marido, José Reyes Rodríguez, con su madre, María López González, y embarazada de su hija Maribel, que nació en febrero de 1964; su otro hijo Felipe lo fue casi cuatro años más tarde. Los primeros días dispuso su vivienda, para la que trasladó sus muebles, y una vez instalada salió a conocer el barrio, a sus gentes, a ese mar al que tanto le gusta asomarse. En ese su primer paseo conoció a una maestra de San Miguel de Abona, que se acababa de jubilar, Andrea Galván, la que se sorprendió por ver a la maestra que tomara posesión a primeros de septiembre, cuando lo usual era que llegaran en octubre, e incluso en noviembre se iniciaron en algunos cursos.
  María Isabel González López y sus alumnas
Doña Mari comenzó a matricular a los niños para el curso escolar 1963/64 y abrió las puertas de la Escuela Mixta de Las Galletas el 16 de septiembre de 1963. “La primera que vino a apuntar los niños a la escuela fue doña Juana Domínguez, hermana de doña Rosario, que ella era viuda y tenía dos niñas, Pili y Rosita.” Otros de esos primeros alumnos fueron María, hija de Aurora Suances; María del Carmen La Petra; Fernando Salazar; o Teresa, hija de Julia Alayón. En total empezó con alrededor de una decena de niños, en horario de 9 a 12 y de 2 a 4 de la tarde.
No fue fácil iniciar su nueva vida, de hecho no fue cómodo ni llegar, ya que lo tuvo que hacer por una pista de tierra que partía desde San Miguel, pasaba por Aldea Blanca, Guargacho y entraba a Las Galletas por La Ballena. Llegó a una casa escuela que no disponía de luz eléctrica y para abastecerse de agua contaba con un bidón en la azotea, que en la mayoría de las ocasiones se encontraba vacío por no tener suficiente caudal el suministro municipal. Y por supuesto, sin teléfono; y con unas casi nulas comunicaciones con el exterior, la guagua a Santa Cruz, la de “José el del micro”, salía a las cinco de la mañana y regresaba a la una del mediodía desde Santa Cruz. Y otra guagua que venía por la mañana de Granadilla y partía de las Galletas por la tarde. Pero superó todas esas dificultades, con las que creció como persona, e hizo progresar a muchos de los habitantes de Las Galletas, a todos esos niños que durante más de treinta años transitaron por su inteligente proceder.
A Las Galletas llegó con todas sus alforjas llenas de ilusión, con la casa a cuesta, a comienzo de la gestación de su hija. A La Cigarra, donde estaba ubicada la primera escuela, en la actualidad lo está el Centro Cultural, arribó en el verano de 1963 con el propósito de cumplir los dos años que le marcó su destino escolar. La escuela se encontraba en las afueras del pueblo, con vistas libres al mar y a la montaña, a la que solía contemplar desde su frecuente asiento en los dos escalones que se encontraban al pie de la puerta de la cocina, orientada al norte.
En 1967, junto a su marido, abrió el bazar El Cardón, “pequeñito, abrimos con cuatro cosas, más bien lo que teníamos era calados, porque ya empezaron a venir los primeros turistas de Ten-Bel.” Impartió, junto con la colaboración de su esposo, clases particulares de mecanografía, de preparación para el ingreso, primero y segundo de bachillerato; además de trasladar a los alumnos a La Laguna para su examen.
María Isabel González López y sus alumnos en 1981
Los alumnos de su escuela mixta se multiplicaban, tuvo que desdoblar las clases en grupos de mañana y otro de tarde. Después luchó por la ampliación de esta escuela, hasta que a finales de la década de los sesenta se crea el grupo de cuatro unidades, en el Morro de la Arena. Se preocupó de escolarizar a los niños que se encontraban en los pagos aislados, para los que se dispuso de transporte, con las guaguas de Fernando Salazar, y de comedor, que se instauró con otra odisea. En Los Silos se había cerrado un comedor y se lo ofrecieron a cambio de que fuera a buscarlo, y allá fue en un camión de Dionisio González, para instalarlo rápidamente y contar con Juana Domínguez como su primera cocinera.
Todos estos años, hasta que se jubiló en 1998, siempre impartió clases en su vieja aula de la Punta de la Cigarra, salvó dos años en el inicio de la primera escuela de El Fraile. Llegó por dos años y aquí continuó hasta su fallecimiento en 2011, viendo crecer este pueblo de pescadores, participando en la vida social y cultural como una más, lo que llevó a un grupo de vecinos a proponer al Ayuntamiento de Arona que se le pusiese su nombre a la calle en la que habitó, a la que se conoce como Calle Isabel González López tras el acuerdo adoptado por el Ayuntamiento Pleno en sesión del siete de junio de 2000. Aquí permaneció entregando su amor a la docencia, aquí continuó recogiendo, día a día, las muestras de afecto de los habitantes de este noble pueblo, de jornaleros y pescadores, que desde el primer momento la acogió en el regazo de su historia.


Documentación: BRITO, Marcos: Arona en el recuerdo. Llanoazur ediciones