domingo, 17 de noviembre de 2013

18 de noviembre de 1909. Erupción del Chinyero


Temblores de tierra precedieron detonaciones, humaredas rojizas, cenizas volcánicas cayendo en forma de lluvia, barrancos de lava. Era un jueves, dieciocho de noviembre de 1909, poco después de las dos de la tarde, cuando se iniciaba la erupción de la Montaña Chinyero. Última erupción volcánica en la isla de Tenerife que se produjo entre el 18 y el 27 de noviembre, sin que acaecieran desgracias personales.
La Montaña Chinyero está situada en el Municipio de Santiago del Teide, en las cercanías del límite con el de El Tanque. El aislamiento de la zona, además de su desconocimiento, contribuyó a crear cierta confusión sobre el lugar y las condiciones de vida. Esta zona, como todo el Sur de la isla, era una región casi abandona a su suerte, sin carreteras, con una instalación telegráfica sin terminar de emplazar, sin servicios sanitarios, sin apenas escuelas. Como vías de comunicación poseía unos caminos intransitables, con una comunicación externa basada en la mayoría de los casos en el cabotaje, para el que tampoco había embarcaderos. Y todo ello, contando los tres municipios afectados con una población significativa, Guía de Isora rondaba los tres mil quinientos; El Tanque alrededor de los mil doscientos; y Santiago del Teide, los mil quinientos.
Los temblores comenzaron a notarse el año anterior, desde julio de 1908 se tiene múltiples referencias, hasta llegar a los días previos a la erupción, los día 14 y 15 de noviembre de 1909. Este último día se remite, al Gobernador Civil, un telegrama desde la Alcaldía de Icod: Hoy desde media noche se han sentido pequeños temblores. A las cuatro treinta, otro más intenso que asustó vecindario. No se registró consecuencia alguna desagradable.
La erupción volcánica tuvo dos testigos de excepción José Hernández Lorenzo y su hijo Miguel Hernández Grillo, vecinos de Los Llanos, El Tanque. La declaración del primero se recogió en: “Erupción volcánica del Chinyero (Tenerife)”, de Lucas Fernández Navarro. Nosotros estábamos a 300 metros de donde reventó, y las arenas nos caían encima. Eran las dos y media y yo estaba haciendo un trillo, y sentía temblar la tierra bajo mis pies. Dio una vez un `berrido´, que yo miré hacia el cielo porque me pareció como si pasaran por encima muchas palomas revolando. Cuando fui, ya tranquilo, a buscar una cuerda para atar las maderas, sentí al volcán dar otro `berrido´que parecía que pasaba por debajo, como si bajara de hacia el Teide; sentí un redoble y vi que era que el hacha repicaba sola contra el trillo, que yo me volví a ver de qué dimanaba aquello. Y después siempre siguió temblando la tierra.


Las informaciones se suceden en todos los periódicos de la Isla desde el día 19 de noviembre. Rastreando entre sus páginas podemos desgranan como se registró esta erupción, como se conoció la noticia, como transcurrió ese primer día. A través de los múltiples telegramas que se remiten desde la zona al Gobernador Civil nos ilustran como se vivían esos primeros momentos. En La Opinión se publica: Hace algunos días que en casi toda la región de la isla baja, han venido sucediéndose ciertos fenómenos sísmicos que, por su repetición, parecía demostrar que eran antecedentes preparatorios de alguna erupción volcánica. En efecto, con fecha de ayer a las once de la mañana, el Alcalde de Icod telegrafiaba a este Gobierno Civil. Según informes telefónicos recibidos hay señales evidentes erupción volcánica faldas sur del Teide en montaña las Cruces. Acabo llamar Alcalde Guía por teléfono para conferenciar. Comunicaré V.E. toda clase detalles relativos tranquilidad este vecindario. Ruégole declare permanente esta oficina telegráfica.
Se suceden múltiples informaciones, se desconoce el lugar exacto, se citan las montañas, Bencheque, La Botija, Chajorra, Las Flores. Desde Icod se remite en la tarde del 18, otro telegrama: Reiterole mi anterior telegrama pidiéndole auxilio. Volcán sigue en aumento, sintiéndose temblores subterráneos, grandísimas detonaciones, columna humo color rojizo, iluminada por resplandor. Pueblo tiene ya miedo: parte de él alejase carretera; otra parte ansía recibir sus auxilios. Noche infunde pavor grande. Valle Santiago pueblo más cercano lugar catástrofe, ha sido abandonado, huyendo vecindario hacia playa. V.E. podrá enviar otro buque. Hay temores baje lava entre Silos y Garachico. Necesidad de socorrer caso desgracia. Momentos después se informa: Propios que envié aproximarse lugar erupción regresan comunicándome volcán tiene tres bocas base inferior montaña Botija, sobre pueblo Santiago, arrojando grandes bocanadas fuego y produciendo detonaciones por segundos. De Chío, pago pueblo Guía de Tenerife telefonean que lava tiene dirección norte, esta noticia, dada situación esta villa ha producido alarma.
Y en la noche de ese día: Peones que bajan montaña, aseguranme que lava corre dirección Santiago por barranco los Ovejeros. Este dato coincide con Guía quien comunica que por montaña Chinhierro se ve correr ya franca la lava hacia dicho pueblo, el de Santiago, el cual como ya dije V.E. está desalojado, como también Arguayo y Tamaimo. Aquí tranquilizanse los ánimos agradeciendo vivamente auxilios que con tanto celo y actividad organiza de cuya llegada daré cuenta.
Se comunica el desalojo de Santiago del Teide, las alarmas por la que transcurre los pagos cercanos, de El Tanque, de Guía de Isora. Se suceden las incertidumbres, se desconoce por donde transcurre la lava, el número de bocas por la que emana, los auxilios que se prestan. Una de las descripciones que con mejor criterio se acercan a la realidad se publicó el 29 de noviembre, una vez terminada la erupción, por el corresponsal de El Tiempo en El Tanque, Abraham Trujillo Ferrer: A las dos de la tarde del día 18, precedido de fuertes detonaciones, vióse desde aquí grandes humaredas de color rojizo, que ha medida que adelantaba la noche, más imponente se ofrecía a nuestros ojos, creyendo muchos, en un principio, que eran expelidas del mismo Teide.
Más, subiendo a cierta prominencia del terreno, pudo apreciarse que era en sus estribaciones. Ante la incertidumbre grande que de todos se apoderó, y a fin de cerciorarme, me hice acompañar de varios, que gustosos se prestaron, encaminándonos a un puesto desde el cual pudiéramos ver de donde surgía el fuego.
Puestos en marcha a las cuatro de la tarde, escalamos la cúspide de la montaña Negra, a las 8 de la noche, de la cual se dominaba perfectamente la de Chinyero, que arrojaba arroyos de fuego, que convertido en lava corría.
Majestuoso, impotente, era el aspecto que presentaba tal fenómeno. Las detonaciones, como truenos subterráneos, infundían pavor, notando ciertas trepidaciones del terreno donde nos encontramos presenciando aquel acto sublime de la naturaleza, que jamás soñé, y bajamos aprisa, temiendo un hundimiento.
Las informaciones que recogieron los periódicos en su edición del viernes 19 eran imprecisas. Eran momentos de incertidumbres, de pánicos entre los que habitaban en sus cercanías, muchas de las cuales abandonaron, con lo puesto, la zona. Con el paso de las horas y de los primeros días, se transformó en un punto de encuentro al que se trasladaban personas de toda la isla. Las noticias de solidaridad se suceden entre todos los estamentos de la sociedad. Son numerosos los pueblos donde se inician suscripciones para recaudar fondos con los que socorrer a las familias más necesitadas.
Al lugar llegaron nutridos grupos de excursionistas, curiosos de todo tipo, por mar o por tierra. Entre los visitantes se encontraban científicos, fotógrafos, pintores y periodistas que plasmaron las penas, las penurias de los habitantes más cercanos, la perplejidad, además de la belleza de lo contemplado.

BRITO, Marcos: Erupción del Chinyero a través de la prensa. Llanoazur ediciones