jueves, 7 de noviembre de 2013

El Aluvión de noviembre de 1826




 
El aluvión del 7 y 8 de noviembre de 1826 ha sido el episodio más dramático, en tan corto espacio de tiempo, producido en las Islas. En cuanto al número de fallecidos las cifras no se podrán comparar con los miles de difuntos por la fiebre amarilla acaecida a comienzos de siglo XIX; o las del cólera de 1893. Incluso en el Sur se produjeron más desgracias personales en el aluvión de diciembre de 1879 que causó 11 muertes en el Municipio de Guía de Isora.
El aluvión de 1826, que también causó la desaparición de la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria y que ocasionó grandes destrozos en los montes; en los cultivos, de los que arrasó huertas y zonas enteras; barrancos desbordados y desviados sus cauces; o infinidad de casas destruidas, fue especialmente trágico en la zona Norte de Tenerife. De las más de trescientas muertes contabilizadas, cabría reseñar las más de cien que se produjeron en La Orotava, pasaron de la cincuenta en La Guancha o las más de treinta en el Puerto de la Cruz. Una de las causas de que las aguas produjeran graves destrozos en los montes, barrancos y terrenos de cultivos, fue la gran deforestación que se había producido en la Isla, lo que causó grandes arrastres de tierra y árboles, que terminaron por desbordarse de los barrancos y arrasar cultivos y viviendas.
De la parte Norte de la Isla se puede encontrar una información más exhaustiva, debido a esa mayor incidencia. Lo que acaeció en las Bandas del Sur sólo lo hemos podido ver reflejado en los informes que se remiten a las autoridades militares por los responsables políticos de cada uno de los pueblos.
Así en Guía de Tenerife, denominación que se mantuvo hasta 1916 cuando se designa como Guía de Isora, cuenta de la inundación de la Iglesia, del derribo de las canales para el agua del pueblo, de los grandes destrozos en los terrenos de cultivo, de la destrucción de edificios y de un puente, caminos arruinados, pinos arrancados y las maderas que estaban para embarcar llevadas por las aguas. En suma que se calculaban su desperfectos en 35.000 pesos, sin contar el monte. Al pie de estas notas se recogen los nombres de los que componían la Corporación Municipal: Jorge de Vargas, Nicolás Pérez, Felipe Delgado, Agustín Rodríguez y Francisco Delgado Trujillo.
La nota de Arico la encabeza Diego de Torres Trinidad. Se resalta la perdida de 200 fanegadas de tierra; el hundimiento de 3 barcos en el puerto de esta costa, uno de Lanzarote en el que se ahogó un niño de 5 años, otro de Fasnia en el que se perdió un hombre y otro de Guía, aunque en la redacción se anota “de aquí”. Y una larga lista de perdidas, comenzando por la muerte de un hombre de La Guancha, ahogado en un barranco del monte; 12 casas arruinadas; 600 cabras; 400 higueras; 3.000 árboles frutales; o los 6.000 pinos en los montes de la jurisdicción.
En Adeje se enumeran las perdidas de paja, víveres, árboles frutales, pinos, terreno, además de dos barcos de pesca, que suman unas perdidas de 10.000 pesos. Lo firma su alcalde José Jorge Acevedo. Asimismo de Arona da las noticias su alcalde Domingo Estrada, calculándose el valor por la perdida de ganado, tejados, árboles, etc., en 8.000 pesos.

Con respecto a San Miguel de Abona, lo aporta su alcalde Miguel Alfonso Martínez, se resaltan las perdidas de 300 higueras arrancadas, dos casas arruinadas completamente, dos barcas de pesca y 10 reses. Asimismo de Granadilla, a través de su alcalde Antonio González del Castillo, se reseñan 12 casas arruinadas y muchas con desperfectos; 1.000 mantas de paja; muchos árboles tumbados y gran daño en el monte; 2 barcos pequeños; y la  aparición del  cadáver de una mujer que fue enterrada en la misma playa en que apareció. 

De Vilaflor se resalta, por parte de su alcalde Leonardo Cordero, la perdida de más de mil árboles frutales y doscientos pinos, arrancados de su raíz; una casa arruinada; desaparición de numeroso canales del agua de riego y del abasto publicó; inundando casi todas las casas y destrozando sus tejados, por lo que se produjo una gran perdida de grano y frutas pasadas; se perdió la cosecha de papas; se extraviaron y perecieron unas doscientas entre cabras y ovejas.


Desde la Villa de Santiago, Santiago del Teide a partir de 1916, se informa de lo acaecido en Masca, donde destrozó una veintena de viviendas; además de dos en la Villa de Santiago. Los ganados desaparecidos pasaban de ochenta y una bestia mular que se llevó el Barranco. Los árboles arrancados de raíces superaron el millar, además de otro número similar en frutales; además de los estragos en los cultivos de viña, papas, tuneras o cereales. Según continúa reseñando su alcalde Juan Correa, los daños se calculan en más de 5.000 pesos.


De: “Año de 1826. Partes dados por los Gobernadores militares y Comandantes de Armas, de los estragos que hizo en esta Provincia el temporal padecido en los días 7 y 8 de noviembre de este año”. Llanoazur ediciones.