viernes, 1 de noviembre de 2013

Festejos de San Martín de Porres. Cabo Blanco

Comisión de fiestas, colaboradores y reina y damas, en 1976

 
Toda celebración deviene de un motivo, de un sentimiento, de una manifestación que pone en relieve las peculiaridades de cada miembro de la colectividad. Habría que remontarnos al período de la Guerra Civil para comprender las dificultades por las que pasaron los habitantes de Cabo Blanco para poder ver construida su Ermita. Y llega 1936, la violenta contienda nunca deseada, a la que van unos 40 jóvenes de Cabo Blanco. Surgen las primeras plegarias, las promesas por su regreso, sanos y salvos, como así sucede. El pueblo tornándose uno solo ofrece la construcción de un pequeño nicho al Cristo que preside este acto, el Cristo de hermana, el Señor de hermana.
Imagen que existe en Cabo Blanco desde un tiempo que el recuerdo no alcanza a precisar. Imagen pequeña en tamaño, grande en devoción, a la que se le realizaban las promesas, se le cantaba y se le sacaba en procesión. Su nombre procede de la familia que lo custodiaba, los de hermana, y desde cuya casa, la de María Reverón, María de hermana, llegó a este templo, a este altar. En esta casa del antiguo Camino Lera lo agasajaba Bernarda Alayón Risco, tal como nos lo cuenta su nieta María Luisa Reverón Alayón: ella lo tenía siempre encendido y enramado como era necesario. Bernarda lo sacaba al camino, sacaba una mesa y allí se ajuntaban y resaban, y ella lo sacaba y le daba vuelta a todo Cabo Blanco, ponían unas mesitas, ahí en cas de madre Genoveva y otra allá abajo, pocas Angelito y aquí al canto abajo en Cabo Blanco otra mesita y descansaba el santito y la gente toda atrás. Bernarda Alayón, que falleció en los inicios de la Guerra Civil, componía loas o lobas y se cantaban en honor del Cristo de hermana, en favor de la mejora de cualquier vecino enfermo como la que compuso para José Bello y de la que solo se ha podido rescatar una parte: A don Pepe Bello/ dios le de los parabienes/ pa que agasaje a los pobres/ y a todo el que falta tiene/ que le señaló la fuente/ pa que mate la sede/ que parecen las palomas/ cuando al arroyo viene.

  Cristo de Hermana
Las dificultades de la época apagaron los ánimos, pero al mismo tiempo encendió nuevas ambiciones. En lugar de la construcción del nicho la promesa creció hasta una Ermita. Con este fin se nombra en los años cincuenta una comisión presidida por Antonio González, y que asimismo integraban, entre otros, Juan Reverón Alayón y Francisco García. En estos momentos fue imprescindible el empuje que aporta el párroco Sotero Álvarez García que había llegado, a finales de 1958, a la Parroquia de San Lorenzo Mártir en el Valle de San Lorenzo.
Pero decrecen los ánimos, surgen discrepancias por el lugar adecuado para su construcción, se piensa en El Llano. Pero finalmente se decide que sea en El Lomito, en un solar donado por Antonio Reverón. Se comienzan las obras, pero aparece un nuevo inconveniente, a comienzos de la década de los sesenta, el padre Sotero Álvarez es trasladado y se paralizan.
Pocos años después se recobra de nuevo el ímpetu, surge la unión religiosa con Buzanada. En 1965 con motivo de una Santa Misión se celebra un Vía Crucis con dos procesiones que parten de cada uno de los pueblos para encontrarse a medio camino. Y se comenzaron a celebrar oficios religiosos en las antiguas escuelas de El Bebedero y El Lomito.
San Martín de Porres de Buzanada y Cabo Blanco, así llamada la nueva Parroquia, se crea según decreto del Obispo de la Diócesis Nivariensis, Luis Franco Cascón, que se publica en enero de 1967; desmembrada de la de San Lorenzo del Valle de Arona, e integrada por Buzanada y Cabo Blanco, con 1.373 habitantes. Y de este modo han caminado juntos estos dos barrios hasta que en 1975 se construye la Iglesia de la Virgen de la Paz de Buzanada, la cual se erige en Parroquia en 1977, segregándose de San Martín de Porres.

Elsa Sierra y Miguel León. 1976
 El primer proyecto de este Templo se queda corto, se decide realizar una ampliación. En 1974 recibe, todavía en obras, la visita del Obispo de la Diócesis Nivariensis Franco Cascón y le arranca al pueblo la promesa de terminarlo. Al frente estaba el párroco Juan Félix Ávila Poggio. Y es en estos años cuando el esfuerzo se redobla, se nombra otra comisión presidida por Miguel León Fumero; a la que también pertenecían, como vicepresidente José Fumero Domínguez; secretario, Ramón Delgado Bello; tesorero, José Antonio Reverón González; y como vocales, José Vargas León, Tito Pérez Alayón, José Antonio Alayón Pérez, Telesforo González González y Graciano Moreno González.
La bendición de este Templo fue el día 12 de noviembre de 1976, y surgen sus primeros festejos, presididos por Miguel León Fumero. El día 3 de noviembre, festividad de San Martín de Porres, se celebra una misa que en muchos de estos años ha estado cantada por el grupo folclórico Coros y Danzas del Sur; trasladándose sus festejos al fin de semana siguiente. En los primeros años la procesión alargaba su recorrido, desde la Parroquia transcurría por la Calle de San Martín de Porres, seguía por la carretera general hasta la altura de la Calle del Horno, lugar donde se realizaba una parada y vuelta a la Iglesia. En este lugar de parada, y durante dos años, se efectuó un emotivo acto. Se dirigía la imagen de San Martín de Porres hacía el Roque Igara y en sus laderas se contemplaba las palabras Viva San Martín de Porres. Este texto lo confeccionaba José Antonio Alayón Pérez, marcaba en la tierra las palabras y las iba llenando de puntos de luz que resaltaba estas palabras en la noche. Este primer año de 1976 también hubo elección de la reina de los festejos, honor que recayó en Elsa Sierra González, acompañándola como damas, María Victoria León y Ana Carmen Alayón.

BRITO, Marcos: Arona. Tradiciones festivas. Llanoazur ediciones