sábado, 30 de noviembre de 2013

El “partido del becerro”. Rivalidad entre el Atlético Arona y el C. D. Marino

  Club Deportivo Marino con el becerro. Los Cristianos, 1948

De la introducción del deporte del fútbol en el Sur de la Isla se han encontrado referencias desde la segunda década del siglo XX. En el Municipio de Arona se comenzó a practicar a finales de la década de los años veinte, pero es a comienzo de los años treinta cuando adquiere cierta entidad y regularidad. En esta última década, al igual que las dos siguientes son años de altibajos, de encuentros amistosos, muchos de ellos celebrados en los días de las conmemoraciones de las fiestas patronales, de torneos relámpagos, de homenajes, de excursiones organizadas desde Santa Cruz de Tenerife, en la que además del equipo se desplazaban amigos y familiares, donde después del juego se preparaba alguna comida y bailes entre los componentes de las dos aficiones.
Para su práctica se utilizaba cualquier espacio, en las calles, en las plazas, en cualquier llano o huerta que se preparaba para la práctica del fútbol, como en Arona, que se jugó en Túnez o en el Sitio de los Alemanes. E incluso, como lo hacía el C. D. Marino de Los Cristianos, en un calentador de Las Salinas del Guincho. En las décadas de los años treinta y cuarenta el fútbol surge y resurge continuamente, se constituyen equipos, se deshacen, se vuelven a formar. En 1933 se tiene constancia de tres quipos en el Municipio de Arona, el Arona FC; el Marino FC, de Los Cristianos; y el Valle FC, del Valle de San Lorenzo. 
Entre los fundadores del C. D. Marino se encontraba Nicomedes Martín Melo, quien recuerda algunos de aquellos jugadores: Juan “El Chato” y José “El Obispo” García Martín; “Pepe Chara”; Chano Ferrera; Eliseo Reyes; Mariano Melo Tavío; Carmelo y Juan (de la Caleta de Interián); o Antonio “El Santacrucero”. El equipo solía reforzarse con algunos jugadores procedentes de Alcalá. En esta época las funciones de entrenador las realizaba el que fuera jugador del Tenerife, Miguel Bello Rodríguez.
En febrero de 1948 se jugó un torneo que disfrutó de gran repercusión. La gran rivalidad, sobre todo entre el Marino y el Arona, y la originalidad del trofeo, un balón y una ternera, han hecho que este torneo, jugado entre los dos equipos citados, más el Igara, de Cabo Blanco y el Villamar de Las Galletas, se recuerde en la actualidad como el partido del becerro.  
Se jugó con el sistema de liga, a dos partidos entre cada uno de los equipos, uno en cada campo de juego de los barrios citados. Se ha encontrado algunos de los resultados que se produjeron entre estos cuatros equipos. En los primeros días de febrero el Marino había empatado a un gol en el campo del Igara; y el Arona derrotaba al Villamar por 9 a 1. El partido clave, y por el que se conoce por el partido del becerro, fue el disputado a mediados de febrero. El Marino llegó con tres victorias y un empate, y con la ventaja de que si lo ganaba conseguiría el primer puesto de esta liguilla y se hacía propietario de este peculiar trofeo, donado por José Antonio Tavío. Ganó el equipo de Los Cristianos por cinco goles a cero, y se produjo tal euforia que la noticia transcendió más allá de este Sur de la Isla. Este torneo finalizó con la disputa, en Los Cristianos del encuentro entre el Marino y el Igara, ganando el primero por 5 goles a 2. Y en el último partido, en Cabo Blanco, se produjo un empate uno entre el Igara y el Arona, con lo que este último quedó subcampeón.
La fotografía del equipo del C. D. Marino fue tomada en Los Cristianos, en la carretera general a la altura de la Plaza de Ntra. Sra. del Carmen. Se obtuvo un día después de disputarse el citado encuentro del cinco a cero, tal como relata uno de sus integrantes, Sebastián Martín Melo. En esta fotografía se recoge: 1. Juan Infante. 2. Agustín Ledesma. 3. Juan Marcelino. 4. Ismael Valentín. 5. Sebastián Martín. 6. Graciliano Valentín. 7. Eustaquio Domínguez. 8. Manolo Ledesma. 9. Antonio Ledesma. 10. Ignacio García. 11. Pedro Peñalver. 12. Segundo Fumero, presidente. 13. José Antonio Tavío, donante del becerro. Además de estos nombres, colaboraban en la dirección del equipo, Veremundo Martín, que en esos años era el maestro de la Escuela Unitaria de Niños de Los Cristianos; Francisco Sierra; Juan Bello y José Martín. Al cuadro de jugadores habría que añadirles los nombres de Herrera, Victoriano, Juan Marcelino “Alemán”, Argelio, Torres y Sierra.
No se ha encontrado la lista de los jugadores del Atlético Arona que disputaron este encuentro, pero si que a finales de los años cuarenta su presidente era Antonio Domínguez Alfonso, quien contaba con la colaboración de José Manuel Calamita, Eladio Frías, José Alayón y  Eugenio Domínguez. Ya se jugaba en el campo de El Calvario y disponía de una larga lista de jugadores como Valencia, O´Donnell, Juanillo, Guirgui, Brito, Calamita, Fumero, Linares, Alemán, Ricardo, Panchillo, Correa, o Manay

  Invitación para la comida del becerro
De la rivalidad que siempre existió entre el Atlético Arona, “El Furia”, y C. D. Marino se muestra en este encuentro y los incidentes que surgieron a su finalización, como así queda reflejado en los versos de Isaías Pérez publicado en la revista “Ansina” de marzo de 1996, y del que entresacamos: “(…) La Playa en peso subió p´Arona/ y en el campo había gente/ del Roque y de La Escalona/ Los de Arona daban todos/ el partido por ganado/ pues pa comerse el becerro,/ mucho vino y muchas papas/ en el Norte habían comprado (…) Cuando se acabó el partido/ empezaron los problemas/ porque decía Juancito,/ que terco como un perro,/ que p´Arona era el trofeo,/ el tan ansiado becerro./ Al difunto Paco Sierra/ se lo llevaba el demonio/ y le decía a Juancito/ “si tú no me das el bicho/ se lo digo a José Antonio.”/ Al final hubo cordura/ y entregaron el becerro/ y el bicho llegó a La Playa/ en medio de un gran festejo/ Hubo quien cantó folías,/ isas y seguidillas/ y los más creyentes fueron/ a la iglesia de rodillas./ En la casa de Felisa/ el animal perdió la vida/ y mucha gente degustó/ tan suculenta comida./ La preparó Amador, que ya no está entre nosotros/ al igual que otros amigos/ que vivieron ese día. (…).”
La ternera sirvió para preparar una suculenta comida y organizar una gran fiesta. Parranda, bailes y un reguero de voladores poblaron la tarde y la noche del domingo 29 de este mes de febrero de 1948. Se celebró en el local de la Sociedad del Club Deportivo Marino, que estaba inscrita en el Gobierno Civil con fecha del 13 de junio de 1947; y que en aquel entonces se ubicaba en la casa de Felisa Melo Martín, situada en lo que hoy es la calle Juan XXIII. Fue tal el entusiasmo que generó este hecho, que incluso la directiva del Marino cursó invitaciones para este festejo.

Documentación: BRITO, Marcos: Los Cristianos 1900-1970. Vida cotidiana y fiestas populares. Llanoazur ediciones

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